Ni un golpe más

Existen diferentes tipos de violencia que actualmente están afectando el diario vivir. La violencia familiar es una de ellas.


Es un tema complicado y del que muchos prefieren no comentar. Al dialogar sobre esto no solo cito a las mujeres como víctimas directas sino también a los hombres, adolescentes y niños que, en su momento, forman el entorno familiar y, actualmente, también son víctimas. ¿Por qué son víctimas? Porque un hecho violento a lo interno de una familia divide a sus integrantes y les contamina el alma. Y esto no queda allí. Puesto que estos hechos se manifiestan en las interacciones personales y sociales de los afectados generan una serie de conductas inadecuadas y proyectan así una sociedad igual de violenta.


Es necesario conocer que el abuso utilizado en la violencia familiar no se limita a los golpes. También debemos tomar en consideración la agresión psicológica por medio del verbo. ¿Y por qué destaco este tipo de ataque? Muy simple. Al afectado se le desanima su interior, tentando negativamente su autoestima por medio de agravios, injurias, menosprecios y demás tipos de insultos. En este tipo de daños no se dejan huellas visibles, pero sí internas, que son más difíciles de sanar.
La violencia doméstica en Panamá es una verdad y va en aumento. Y esto manifiesta la poca capacidad que tenemos para sostener vínculos interpersonales sanos basados en la tolerancia y en la comunicación.


Todos conocemos que una de las causas de la deserción escolar es la violencia que reciben los niños y adolescentes. Y, en muchas ocasiones, por sus conductas, son expulsados de los planteles educativos y también, por qué no decirlo, de sus hogares provocando que vayan a desenvolver sus vidas anticipadamente en las calles. Un mundo que aún no conocen. Como, por ejemplo, a aquellos que en los semáforos exponen su vida al peligro buscando el sustento diario.


En NI UN GOLPE MÁS hablamos de eso, nos integramos en un mundo que pensamos conocer porque a menudo, juzgamos a todos esos jóvenes por igual, pero no es así. “Las personas no se valoran por lo que tienen, ni tampoco por lo que eran. Debemos aprender a valorar a las personas por lo que son”.


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